- "Así como Ariadna dio un hilo a
Teseo
- para poder salir del laberinto del minotauro,
- un secreto hilo de amor puede ayudarnos
- a entrar al mundo de los animales"
- Hubo un tiempo en que todos los osos que habitaban el
planeta eran completamente negros.
- Su piel era oscura como el carbón y parecía teñida de
humo y de azabache.
- Eso les permitía pasar desapercibidos en medio de la
penumbra de los grandes bosques.
- Durante la noche se escondían, disfrazados de
oscuridad, de manera que sus ojos parecían dos luciérnagas más.
- Cuando querían volverse completamente invisibles,
simplemente los cerraban y era imposible encontrarlos.
- En ese entonces los osos negros vivían solamente en
América del Norte, pues esa parte del continente estaba separada del Sur
por un enorme mar.
- América Central empezó a existir cuando vino una época
de volcanes y terremotos, que levantó sobre las aguas una cadena de
islas, que con el tiempo se unieron y formaron un pasillo con océanos a
lado y lado.
- Algunos osos de espíritu aventurero decidieron venirse
por ese camino que poco a poco se llenó de vegetación.
- Era tan fresco el clima de esas alturas, cubiertas de
hierba menuda, llena de flores, de abejas y de miel que invitaba a
seguir avanzando más y más!
- Fue un larguísimo viaje por montañas nevadas, bosques
de niebla y pastizales de las alturas.
- En su peregrinar se encontraron con algunos armadillos,
pecaríes y otros animales que caminaban en dirección opuesta y traían
noticias de unas montañas de hermosura sin igual, que llamaban Los
Andes, tal vez porque en ese entonces la vida era andar y andar.
- Queremos que andes... andes..., parecía repetir el eco
de esas montañas.
- Adiós vecino, buenos días amigos. Hace rato les vimos
venir, felicidades viajeros, les decían todos.
- Y claro, como eran tan negros, los divisaban desde
lejos, con su silueta inconfundible de osos caminadores contra el telón
blanco de las nubes y la neblina de las alturas.
- Tímidos por naturaleza, ellos cerraban los ojos como
hacían en la penumbra de sus antiguos bosques, pero ya no se volvían
invisibles.
- La vida empezó a hacérseles imposible, pues cuando los
encontraban los demás animales gritaban:
- Ahí están los osos!!!!
- Y ellos se quedaban acurrucaditos, muy quietos. Por
otra parte, de tanto cerrar los ojos para tratar de hacerse invisibles,
se fueron quedando miopes, casi ciegos.
- En ese peregrinar los osos negros siguieron su viaje
hasta llegar a los páramos de los Andes.
- Allí se detuvieron por dos razones: una era el dolor en
las patas de tanto caminar y la otra era la imposibilidad de avanzar
ante la disminución de su sentido de la vista.
- Esos lugares se sentían tan hermosos a pesar de que
casi no podían verlos!
- *
- Acostumbrados al frío, esos páramos tan llenos de
frailejones, encenillos y robles les parecieron muy agradables para
vivir y se encontraban a gusto, protegidos por su grueso y peludo abrigo
de viajeros provenientes del lejano Norte.
- Aquí no había inviernos larguísimos, con tanta nieve y
tanto frío que los obligaran a dormir acostados en una cueva durante
varios meses, hasta que retornara el buen clima.
- El páramo era una fiesta de agua, sol, neblina, calor y
frío mezclados a lo largo del año.
- Aquí será nuestra casa, nos llamaremos Osos Negros de
Páramo acordaron en una reunión.
- Así se quedaron a vivir en ese nuevo hogar, que aunque
casi no podían ver, los tenía maravillados por su variedad de perfumes,
de sonidos y de afelpadas hojas y frutas.
- Pero no todo era fácil en aquellos tiempos de corta
vista.
- Esos osos negros sufrían mucho para conseguir su
alimento, pues todo era nuevo y tenían que probar cuantas raíces, hojas
y frutas encontraran, y a veces algunas resultaban amargas, ácidas, o
demasiado duras para su gusto.
- Pasaron momentos muy difíciles para poder sobrevivir a
las indigestiones y los dolores de barriga en esas épocas de búsqueda,
hasta que aprendieron a conocer las plantas comestibles.
- Pero quedaba el problema de las abejas.
- Ah, las abejas!
- Como eran tan cegatones, debían buscar la miel
escarbando con sus poderosas garras y hurgando con la lengua en los
troncos huecos, alborotando con la nariz en las colmenas que hacían las
abejas del páramo.
- Como se sabe, las abejas son muy celosas y de mal genio
respecto a compartir su miel.
- Es por eso que la nariz de los osos negros de páramo
permanecía hinchada por las picaduras de estos insectos.
- Pero les gustaba tanto ese dulce tesoro, que seguían
metiendo manos y hocicos en los panales de aquellos insectos que
zumbaban furiosos cuando los veían llegar.
- Para completar, empezaron los problemas de comunicación
entre ellos, pues cuando hablaban con la nariz tapada y la boca hinchada
por las picaduras, no se les entendía lo que decían.
- Su conversación se volvió poco a poco un complicado
lenguaje de gruñidos.
- Recorrían los húmedos y lluviosos bosques de las
alturas, siempre con su neblinoso telón de fondo, bebiendo el agua
fresca guardada por las bromelias para aliviar el ardor en la trompa y
los labios.
- Desde entonces ya reconocían las flores por su perfume
y las frutas maduras por la suavidad de la piel y la tersura de la
cáscara.
- Poco a poco el páramo se les convirtió en una casa
hermosa, plena de misterios.
- Era un lugar propio para enamorarse.
- Una noche, uno de esos sufridos viajeros se encontró
con la osita más hermosa del páramo.
- No la vio. La sintió con su corazón, supo que ella
estaba ahí, percibió la presencia del amor.
- Su vida cambió, pues desde entonces el oso vivía con
mayor intensidad el canto de los pájaros, los perfumes del frailejón y
la música del agua.
- El mundo de pronto se le volvió más hermoso que de
costumbre.
- Empezó a seguirla en medio de la penumbra del paisaje
guiándose por las vagas imágenes de sus ojos cegatones, pero como ella
era de pelo negro y brillante, semejante al cielo donde fulgían las
estrellas, muy pronto se dio cuenta de que era imposible encontrarla.
- La llamó tratando de recitarle los poemas más lindos,
pero solamente se escuchaban los gruñidos de su trompa hinchada por obra
de las abejas.
- Aunque el oso sabía que ella estaba por allí, ella
tampoco podía verlo cuando caminaba por en medio de su páramo en la
oscuridad durante la noche y en su ceguera durante el día.
- Afortunadamente el poder del amor es tan grande que
permite vencer los imposibles y así el oso, con su enamorado y optimista
corazón, empezó a dejarle regalos por los caminos que ella frecuentaba.
- Le consiguió la flor más perfumada y colorida de las
alturas, pero ella ni la miró -al fin y al cabo ella también era cegata.
- Le trajo un calabacito de la dulce miel de las abejas
angelitas, pero ella ni la probó.
- Le bajó del cielo un lucero, una estrella, una almohada
de nube, un telón pintado de atardecer, pero nada.
- Ella ni se daba por enterada.
- Los dioses del páramo, que son amigos de la alegría,
decidieron ayudar a los osos enamorados.
- Con neblina les pintaron gafas blancas alrededor de los
ojos, para que pudieran ver con claridad la hermosura de su páramo.
- Como iban a encontrarse en una cita de amor, les
pusieron blancas manchas de nube en el pecho corbata para él y bufanda
de seda para ella.
- Quedaron tan contentos, que desde entonces los osos
nacen con anteojos y corbata.
- Es por eso que los llaman osos de anteojos; o también
osos de páramo son los consentidos de los dioses de la montaña y la
neblina.
- Son capaces de tanto amor y de una ternura tan grande,
que hasta las abejas, que antes se enfurecían cuando les asaltaban las
colmenas, ahora les comparten la miel en un pacto que lleva tanto tiempo
como su presencia en los páramos.
- Será cosa de los poderes del amor.
- Cuando los osos recién casados caminan en parejas por
el páramo, las abejas vuelan encima de ellos como una zumbante nube en
forma de corazón.
- Hoy día, sin la lengua hinchada, los osos hablan
clarito, y cambian miel, flores, perfume y almíbar de frutas por poesía.
- Cada mañana cantan a la belleza del páramo, su hogar,
que para ellos, a pesar del frío y la neblina, les parece el más hermoso
del mundo.
- Si alguna vez llegas a encontrarte con uno de estos
osos, quédate muy quieto, escucha con tu corazón atento y sentirás su
poesía.
- En el canto de los osos se alaban la neblina, los
frailejones, las estrellas y el amor inmenso por la soledad de sus
montañas.