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PALABRAS INNECESARIAS JUAN DAGER NIETO.
Aunque en la lejana Grecia hubo relatos novelados la partida allá la ganaba el Teatro y la Historia en esta lucha por la afirmación de los géneros literarios. Transpuesta la rueda del tiempo un poco antes del Renacimiento renace el relato de carácter imaginativo debido al encuentro de las culturas de Occidente con las de Oriente, fuente éste de inagotable fantasía debida a su concepción del mundo y al empleo en los escritos de sus idiomas de tipo polisémico en los cuales un objeto puede ser llamado hasta de veinte maneras diferentes. Tenemos ya, pues, a la Novela, Italia fue la puerta hacia Oriente, ya posesionada y posicionada de su comercio, firmemente puesta en la Itálica península. Como España domina Italia para aquella época, “en sus dominios no se pone el sol”, van allí los jóvenes burócratas y los jóvenes militares españoles a formarse en el ejercicio de las Letras y de las Artes. El término Novella, con doble elle, significa “cosa nueva, noticia”. Pasa a España este vocablo cuando esos jóvenes burócratas y militares tornan a la Ibérica península después de cumplir sus tiempos de servicio y continúan, como no, con sus propios oficios, bien de burócratas, funcionarios, militares (Jiménez de Quesada estuvo en el “Saco di Roma”) y el género literario cultivado es la “Novella”, “nueva, noticia”, pero pronunciada ahora y escrita con una sola “l” en español, así nace la Novela española y va de centro-sur de Europa hacia Occidente. En América con el Descubrimiento estará el género acaballado entre el fantasioso relato de los primeros navegantes y la minuciosa crónica posterior. El doctor Álvaro Angulo Bossa ha escrito y hoy se le da pública presentación en este lugar a la obra número cuatro de su interesante desarrollo como escritor de obras literarias: hago mención al libro de cuatrocientas páginas que él intituló “NOVELISTAS Y CRONISTAS DE CARTAGENA DE INDIAS”. Cartagena de Indias es ciudad de escritores, ciertamente, desde hace muchos años, desde su fundación, probablemente, hasta el punto de que algunos hablan de libros que no han escrito todavía. Hasta ese punto el poder de la palabra escrita influye en las mentes cartageneras. En esta ciudad, nueva arcadia del Caribe, ponderosa de historia, todos los cartageneros tenemos en el fondo del alma el sentido trascendente de querer dejar algo por medio de la escritura en las mentes venideras. Y así lo hizo Álvaro Angulo en este delicioso y documentado libro arrancando en su estudio sobre la pionera novela “Yngermina o la Hija de Calamar” de Juan José Nieto Gil. Antes ha estudiado Angulo el hecho de que durante la Colonia el género cultivado por los cartageneros era el del Teatro, sobre todo el del teatro histórico. Álvaro Angulo, insiste en su obra en la tesis sobre el hecho de que “Yngermina…” fue la primera novela colombiana contra la opinión del revisionismo sobre el asunto por parte de los historiadores de la literatura con origen o formación santafereña o similar. Yo creo que su idea motora o leitmotiv de este fundacional, sí, óigase bien, fundacional libro sobre la historia de la literatura actual en Cartagena de Indias es la de ratificar esa condición de la obra de Nieto. Dicha obra no es perfecta, pero tiene sus virtudes. Yo creo que Angulo es uno de los pocos que habla o escribe de ella con conocimiento de causa. Porque ésta es ciudad también donde el amor a la literatura es tal que hace que muchos hablen con mucha firmeza de obras que jamás han leído. Pero ese es repetimos el canto de sirena del poder de la Literatura. Querer apropiarse de ella. Continúa el autor Angulo con los temas de las escuelas literarias, sus fundamentos y desarrollos como compete al tema pero con la especialidad que tiene su libro Y QUE LO HACE ÚNICO Y PIONERO pues trata de esto exclusivamente para Cartagena de Indias. Él ha escrito durante dos años un libro sobre un tema que estaba en busca de autor, con más de seis personajes, parece mentira esto, después de tantos años desde su Fundación, para esta ciudad amada. Pero no os asombréis de que diga eso yo, ya les leí queridas amigas y amigos al comienzo que aquí la reina era la Historia: toda clase de historias ad-usum: la del Conquistador destructor de culturas, la del Burgués panzudo harinero y esclavista, la del Independentista, incluido aquel que escribió que la Independencia fue prematura; la del que afirma que la Nación se trató de cuajar desde Cartagena y no se pudo cuajar; la de las excluyencias (perdonen el neologismo) a negros, a inmigrantes y a gentes de otras partes de esta Colombia maravillosa. Siendo todos igualmente venidos a Cartagena desde poblaciones y aldeas pues así crecen las ciudades. La del que pone a sueldo su historia y se viste con la casaca roja de la emperatriz victoriosa. Muchas veces estas historias excluyentes están escritas por quienes tienen de inga o de mandinga o por la vía española de moro o de converso, como debe ser, pues aquí somos tetra-étnicos, o casi, en Cartagena de Indias. Álvaro dejó tendidos en la lona literaria por nocaut a esos que se babean cuando viene el norteamericano Williams, Seymour o Menton a hablar de la historia de Cartagena y su literatura, o a Alstrum disertar sobre Luis Carlos López, a la par que ignoran presupuestariamente a nuestros escritores vernáculos, aquellos sí tienen un valor, pero no es el de que son los que más saben del tema sino que siendo extranjeros en sus países de origen nos sirven para difundir nuestra literatura. La literatura además de búsqueda necesita la conexión afectiva con el terruño. Tolstoi lo dice desde Yásnaia Poliana: <Escribe de tu aldea e interpretarás al mundo>. Ese es su verdadero valor, queda claro para los historiadores del “cipayaje”. Declaro con vuestra venia y espero que con vuestra aceptación al doctor y percutor del cuero del bongó, Álvaro Angulo Bossa, como el José María Vergara y Vergara de la Historia de la Literatura actual de Cartagena de Indias, en temas que van desde el novelista pionero Juan José Nieto con su “Yngermina…” hasta el de mi última lectura sobre el asunto recientemente realizada en la obra del cronista Rafael Ballestas Morales, con su excelente “Relatos de la vida cotidiana y otras historias de Cartagena de Indias”. Ya para terminar, y para dar cumplimiento a los cánones de la epanadiplosis sostengo que hay muchos más buenos escritores estudiados en este libro que se presenta hoy, aunque….
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