Smetlana vino de Moscú
El día que el teatro de la Candelaria hizo una Raya en Berlín
Jaime de la Gracia
La realidad no es una impresión, dice Santiago García y se acomoda en el mecedor. El periodista ecuatoriano Manolo Palacios, que hace la entrevista, acaricia los perros rabiosos que son las preguntas que hará a Santiago García, que mira fijo las máscaras que estan en la pared y espera tranquilo que el periodista ecuatoriano afile los cuchillos que intentarán abrir su piel por donde se asomará el alma del hombre de teatro que ha dedicado su vida al teatro. Yo soy un actor; dice Santiago García, si dirijo teatro es por accidente, por estar en un país que te impone y obliga a ser todero, / a mi memoria se me viene a la pantalla el título de la novela del antioqueño Mario Escobar Velasquez, un hombre llamado Todero/ Pero yo soy fundalmentalmente un actor, dice Santiago García y mira fijo los ojos sin ojos de las máscaras que se estan quietas colgadas en la pared Esta conversa con Santiago García, para mí no estaba en el libreto. Si estoy aquí es por querer del medio ambiente y por el despecho y por el abandono del amor que vino a mi vida y que llegó desde Moscú. Smetlana vino de moscú, pero es una ukraniana que según me dijo, está escriturada a los hombres colombianos, a la que ella y sus amigas encuentran guapos, llegó a mí luego de pasar parte de su corta vida / tiene 24 años / volando alto en los aires como ingeniera de vuelo, pero se mamó de la marinería del aire y ahora decidió ser marinera de tierra firme y conoció al primer colombiano de su vida en Moscú, un barranquillero que pasó por su vida y por la universidad Patricio Lumunba como un trasnocho. luego se enredó en la ruana de un cardíologo boyacense, luego se fue en la conversa fiada de un monteriano que le habló de las tardes y los amaneceres del río Sinú y yo la encontré, en el concierto del viejo Pink Floyd "The Division Bell" y me quedé enredado en sus ojos mojados de agüita azul y colgué mi trapo de pirata amarrado en sus piernas perfectas.
El teatro La Candelaria es un proyecto de dramaturgia, continúa diciendo Santiago García, nosotros hacemos teatro por una necesidad interna y no por lujo y eso es lo mismo que el instinto de conservación. En arte es inútil hablar de leyes y más imposible resulta transmitirlas. En el teatro de La Candelaria trabajamos para encontrar nuestro camino.
Queriamos obras nuestras, dice Santiago García, y eso nos llevó a la necesidad de tener un grupo estable que fuera nuestro laboratorio. Ahora, nosotros no inventamos nada, el método de trabajo colectivo viene de la edad media como el arte de construir las catedrales, en el arte hay muy pocas cosas calculadas, no creo en un arte matemático.
Cuando Claudio Abbado, llevó su palito de pastor de orquesta a la altura de su frente y del Allegro Allegro Vivace sacó chispas, fue cuando sentí el arañazo de dos gatos azules que se asomaban por los ojos de Smetlana, estaba sentada en la tercera fila en el asiento número treinta y seis de la derecha, y me pilló acaricíando las manos delgadas y perfumadas de Natalí / aclaro que la bella Natalí viene de Lituania /, me hice el loco y le regalé a Smetlana una de mis mejores sonrisas, pero por supuesto presentía en mis adentros que eso no bastaría para dar contentillo al berraco carácter de esa fiera ukraniana.
A la salida del concierto, en plena puerta de la Philharmonie armó un escándalo del carajo, agarró a Natalí del pelo y se enredaron en una batalla de enaguas y medias hechas en Viena, que dejaban a la luz el brillo y el esplendor de cuatro piernas perfectas venidas de Europa del Este y que estaban escrituradas a los hombres colombianos. Como el tropel era por mí pero no conmigo salí discretamente, y caminé despa-cio hacía el cuadrado negro que es la National Galerie.
Esto no lo notaron mis amores del alma, Smetlana y Natalí que se rompían la madre ante el público impávido que se quedó gringo.
Yo vivo para el teatro, hago teatro, no sé hacer otra cosa, continúa diciendo Santiago García, he tenido propuestas para hacer telenovelas, pero ese es un trabajo que te puede apresar para toda la vida. La televisión es un trabajo muy absorbente aunque pagan bien, además, lo haría si hubiera la posibilidad de hacer cosas de calidad y la televisión cayó en las tenazas de lo comercial y allí no hay posibilidad para la calidad. Si tienes éxito con una telenovela luego te exigen que hagas doscientos o trescientos capítulos; pero, de vez en cuando participo en pequeños papeles como actor, te repito pagan bien. Al principio te dan posibilidad, pero luego te van restringiendo en aras de lo comercial.
Para nosotros La Candelaria, el macro festival de teatro que hace Bogotá, no representa nada, no me interesa el teatro cosmopolita sino el teatro puro y que no tiene schow internacional tecnológico y en el que no hay espacios de comparación ni de discusión.
Manizales tomó el perfil Latinoamericano de teatro. Manizales se ha convertido en punto y espacio de convergencia del nuevo teatro y eso fue posible después de muchas críticas que se le hizo y que finalmente lograron reconquistar este espacio para el teatro de Latinoamerica y conste que ya tenía como el de Bogotá su proyección de schow internacional y no de festival como el que se le dio ahora; pero aquí surge el problema, pués el festival tiene poco presupuesto y debemos luchar para que este espacio reconquistado no desaparezca. Actualmente en el mundo hay poca producción teatral, hay espectáculo, pero cultores del teatro muy pocos / aquí en esta parte del monólogo de Santiago García me acuerdo de Thomas Mann quien en su relato Mario kröger dice que pintores hay como las margaritas pero que los artistas se pueden contar con los dedos de la mano/. Colombia es un caso particular, afirma Santiago Gar-cía, aquí se estrenan más de ochenta obras al año pero eso no tiene ninguna resonancia ni aquí entre nosotros ni en el exterior.
Pero si todo estaba perfecto. Hice las paces con Smetlana y con Natalí.
Con Smetlana para reconciliarme destapé un vino del Rhin que ella trajo y escuchamos el Romance número uno y dos de Beethoven / lo recomiendo a los despávilados para estos casos / incluso me arrancó la promesa y que no pude negarle de ir los dos junticos a ver la obra La Raya del grupo de teatro de La Candelaria de Bogotá que estaría en Berlín la próxima semana y se presentarían en la casa de las culturas del mundo. Caminé con Smetlana tomados de las manitos por el Zoologischer Garten y vimos en lo alto del cielo alto de Berlín, los cachos periparados de la luna alemana que debe ser la misma luna que alumbra a los colombianos pero al revés por eso de la redondéz de la tierra.
Recuerdo que ese día cuando llegó Smetlana al piso donde vivo y en donde nos amamos con los sentidos sueltos algarete, yo leía el poemario del poeta colombiano Arturo Prado Lima, Cuando seamos libres de cuchillo y dejé el libro sobre la pequeña mesa y ella lo hojeó curiosa, Smetlana lee y habla español con acento de tierra caliente colombiana, se encantó con algunos poemas y luego descubrió en la solapa del libro la foto del poeta y le escuché decir, que guapo! Confieso ahora que estoy solo, sin Smetlana y sin Natalí, que esa fue la primera vez que miré con desconfianza la foto del poeta y más sabiendo la caída que tiene Smetlana mi amor por los colombianos. Mierda! que vaina, dije, y recogí el libro de sus manos, tremendo tropel me hizo, se quería llevar el libro a la brava, eche! qué va nojoda.
Berlín no será una fiesta como nunca lo ha sido París, pero es Berlín.
Los personajes de La Raya, dice Santiago García, salieron de las circunstancias dolorosas de las calles de nuestras ciudades que tienen todas las desdichas de una ciudad grande, pero ninguna de sus ventajas. tomamos como referencia la crónica de una muerte anunciada pero a raíz de los tropiezos que nos puso la señora que maneja los intereses de García Márquez con los derechos de autor, la obra finalmente terminó con los Ñeros que ya habíamos estado trabajando. Ahora, La Raya hace referencia a la obra de García Márquez, pero sólo en un cinco por ciento y nosotros sabemos que la ley permite útilizar hasta un diez por ciento. Además nosotros La Candelaria estuvimos investigando directamente con la familia Chica, que son los protagonistas reales del relato de García Márquez.
Mi relación con García Márquez es muy buena. Además siento un respeto y una profunda admiración por su obra, termina por decir Santiago García.
Para qué son pendejadas, pero Natalí es romántica hasta los tornillos de sus huesos, se apareció por el apartacho con una botella de vodka Stolichnaya, auténtico russian. Eh ave maría! sus bellos ojos llorosos y pidiendo perdón, ahí parada, en el marco de la puerta pisando su sombra.
Con Natalí, hago el amor escuchando la sinfonía número Uno de G. Mahler, ella me comentó en alguna ocasión que antes lo hacía escuchando el Bolero de Ravel, pero que desde que vio a la Bo Dereck haciendo lo mismo en su pésima película la mujer 10, le pareció de mal gusto seguir haciendo el amor escuchando el Bolero de Ravel. Natalí me trajo de regalo las variaciones Goldberg de J.S Bach en una magnífica interpretación de Keith Jarret, también trajo Natalí un catálogo de la casa de las culturas del mundo, donde se anunciaba la presentación del grupo de teatro colombiano La Candelaria con una obra llamada La Raya, dirigida por Santiago García. Me pidió que la llevara y le prometí que iríamos junticos a verla.
Suena el teléfono y la llamada es para Santiago García, se alcanza a escuchar un Hola! lejano. Luego que termina la conversa por el teléfono Santiago García está de vuelta a la espera de las preguntas del periodista Manolo Palacios, es en este momento, cuando Santiago García recuerda que tiene una invitación para ir esa noche al Berlín Ensemble Theater y las preguntas en consecuencia harán sus trayectorias más rápidas, pero a la vez serán implacables.
Con Santiago García se puede hablar. El periodista apenado por el retraso para llegar a la entrevista se afana por retorcer al personaje. En verdad, en el camino hacía la casa donde se aloja Santiago García en el Bezirk Kreuzberg, hubo que esperar por algún tiempo en Hermannplatz, el retraso fue debido a un lamentable y común incidente en Berlín y que es el suicidio de las personas que se arrojan al paso de los vagones del metro, cuando esto sucede, los trenes son detenidos durante mucho tiempo, hasta que aparecen las autoridades y hacen las diligencias de rigor.
Qué se siente Santiago cuando se recibe esa ovacion y ver al público de una ciudad europea aclamando una obra de teatro concebida para un entorna distinto, pensaron ustedes encontrarse con un teatro lleno, incluso las dos presentaciones aquí en Berlín resultaron insuficientes, mucha gente quedó con el deseo de verla -pregunta- el periodista Manolo Palacios. Bueno - responde- Santiago García, uno aquí viene casi al azar sin tener idea de lo que va a pasar, una obra hecha para allá, para nuestro público y llegamos aquí y nos sorprendió esa acogida calurosa y sincera, libre del formulismo del pobre latinoamericano a los que hay que aplaudir. En Bonn nos presentamos en una sala para teatro de cámara y las boletas se agotaron y lo sorprendente es que el público en su setenta por ciento era alemán. Sí,- dice- el periodista Manolo Palacios, aquí en Berlín podría hablarse de la misma proporción, por eso la pregunta, qué se siente encontrar tremenda respuesta en Europa.
Es maravilloso- responde- Santiago García el teatro latinoamericano trabaja para encontrar su camino y liberarse de la herencia del viejo teatro europeo y poco a poco hacemos nuestro pasado, no robamos, tomamos del teatro asiático y del europeo pero no robamos, ya hay rasgos distintivos del teatro latinoamericano, por ejemplo: -Combina mucho la realidad de donde viene con la poesía. -No se pierde en lo formal. -Ha logrado el equilibrio poético realista. -Es un teatro trajinado desde lo humano, a lo que valora más que a la tecnica. -Es un teatro apoyado en el actor, la gestualidad y dramaturgia que sale del autor.
Todo estaba bien, pero me quedé sólo, sin Smetlana y sin Natalí. Añoro sus piernas perfectas, sus mimos y por qué no, también sus sebos y sus pereques.
Fui a ver al teatro La Candelaria, sólo y abatido, pero lo que vi en las tablas me levantó el ánimo y me reanimó.
Al final de la representación quise acercarme a los integrantes del grupo, pero fue imposible, una avalancha de brazos los arrastró al centro de su entusiasmo y me quedé con las ganas de saludar a los actores; cómico pensé, La Candelaria, trata un tema urbano en un país a cuya literatura le ha sido negada por sus propios la existencia de una literatura urbana que ha estado ahí desde hace más de ciencuenta años escrita y desacreditada, tal vez no por mala leche ni por ceguera, sino por lo que dijo Santiago García en alguna parte de esta conversa sobre nuestras ciudades que tienen todas las desdichas de una ciudad pero ninguna de sus ventajas, en esas desventajas puede estar parte de la leche negra / remedando el poema de Paul Celan, schwarz Milch / en que se apoyan los negadores de la existencia de una literatura urbana en Colombia.
El buen teatro que mostró La Candelaria lo estaba confirmando, allá arriba en las tablas derrocharon calidad y mostraron un buen manejo del espacio escénico conseguido durante el duro trajín de sus veinte años de existencia como teatro y sin ser embajadores de nada, sino trabajadores del arte mirados con desconfianza en su país.
Aquí en este país todos los movimientos artísticos importantes que tienen fuerza popular son tachados de subversivos - dice- Santiago García, por ejemplo - continúa - a nosotros La Candelaria hasta por guerrilleros nos han tomado, será por eso, que los proyectos de ayuda al teatro son quimeras. La conversa en este punto se da por terminada.
El anfitrión peruano donde está alojado Santiago García, aparece en la sala con tazas de té que llegan como una bendición para los allí reunidos. Santiago García se levanta y se despide, rumbo al Emsemble Theater, a otra cita con el buen teatro en su larga vida de maridaje y casorio fiel al teatro unas veces como protagonista y otras, de especta.
Llegúé al piso donde vivo, dispuesto a terminar con el fondo de Vodka que dejé después que hice las paces con Natalí y pensando en cultivar la relación con mi nuevo amor, una japonesa
Las mujeres han representado en mi vida lo malo y todo lo bueno que me ha pasado
.Y esta vez, enfilo las pilas hacia el oriente, te lo prometo pequeña Miti Kiko.
Y cuando reflexiono en todas estas vainas, en cómo los señores que guían y protejen a las artes, nunca se olvidan de sus hijos predilectos y como después de ponerles duras pruebas terminan por favorecerlos con sus dádivas bienechoras y hacen que nunca les falten una pollera tibia y un corazón ardido que los consientan.
A eso, de las tres de la madrugada suena el teléfono y allá del otro lado de la línea, escucho la voz amiga del periodista Manolo Palacios que me pregunta: Qué estas haciendo? y -yo respondo-, tratando de olvidar a Smetlana que según parece se fue con un man de La Candelaria, por fin me quité esa fiera de encima Eso - dice- Manolo Palacios, puedes averiguarlo, te invito, voy a hacerle una entrevista a Santiago García, quieres venir? -Eh ave maría hermano, claro que sí! y salgo de tubo.
París / Berlín
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