Los Perros de George Grosz
Jaime de la Gracia
El poder normatiza y normaliza el lenguaje transformándolo en un fin eficaz de sumisión.
Pero el lenguaje es un medio y no un fin.
Cervantes ya lo demostró, como medio es liberador, como fin es enajenación y cuando esto último ocurre hay que dinamitarlo.
Fue lo que hizo GeorgeGrosz. De tipos como Grosz se sabe todo y casi nada y lo que no se sabe se inventa y se cantaletea y todo termina por ser verdadero.
Grosz, fue implacable con la intransigencia que finalmente arrastró a Europa hacia la barbarie oscura del oscurantismo nazista.
De Berlín no se fue. Lo fueron a la brava, ese su Berlín del alma que luego pronto fuera hecho pelota por la derrota de la guerra y que hoy se reconstruye como símbolo pujante que trabaja por la nueva Alemania y que justo ahora acoge y recoge lo más importante de la obra plástica de George Grosz y también sus escritos, este último rasgo de escribir y pintar o viceversa que es lo mismo , es común en los artistas alemanes que escriben y a los escritores que pintan, también esta muestra recoje sus perros.
Los perros de George Grosz.
En Berlín la gente se muere de amor por los perros. Señora azul con perro rojo encaramado en las espaldas.
Esta sociedad tiene tiempo y dinero invertido al cuidado y bienestar de sus perros, mejor cuidados que huevos de señorita.
Aquí la vida de perro, no tiene nada que ver con vida de perro.
Y la obra de George Grosz esta devida / favor escribir así puesto que aquí el verbo expresa vida / marcada por el amor perruno de los buenos berlineses.
Y es aquí donde aparece la cara de la ironía, sus perros, los perros de Grosz son perros sin dueños mordaces, sarcásticos testigos silenciosos, nunca mudos y si bullangueros.
Las cabezotas cuadradas (?) a la nunca escucha, alertas de atrapar el gesto del burócrata que se cierra la bragueta y satisfecho le da la espalda al público y a la señora que reposa despaturrada sobre la cama y que mira al vacío, espacio negativo que crea el pintor y que abarca en la tela del papel desde una orilla a la otra orilla del desencanto y que junto con el perro es lo que apunta dentro del dibujo al blanco del corazón del poder.
Estos perros, los de Grosz son filudos como cuchillos y aún dándoles las espaldas al espectador que especta, se siente la animación luminosa de los ojos, sus ojos de los perros expresivos e inteligentes como los ojos de las mujeres.
George Grosz escribió guiones para películas y varias obras de teatro.
Uno de estos textos fue utilizado para la ópera minimalista Gott-DaDa-Grosz, juego de palabras que además de nombrar al movimiento DaDa, que es un antisema, la palabra también se puede traducir al cristiano como Alla Dios - Alla Grosz. La traducción es libre.
Exposición oportuna. La curaduría es excelente y da al que expecta la sabrosa oportunidad de hacer un recorrido por el tiempo de Grosz, su tiempo, apoyada por audiovisos y grabaciones de voces gangosas y chuzudas que invitan al pueblo alemán a la barbarie de la gloria trivial y viscosa del militarismo en ascenso, a ese mismo militarismo huesudo al que Grosz le azuzó los perros rosas, azules, rojos. Perros vagabundos y adúlteros cuyos ladridos y aullidos le pelan los colmillos a la insensatez y al odio peludo y rabioso del totalitarismo en cualquiera de sus formas.
Berlín - New York, es el nombre de esta exposición que es un guiño amable en medio del riguroso invierno berlinés.
A propósito, salgo de la Neue National Galerie y comienza a caer la nieve cuyas primeras precipitaciones hacen ver la ciudad como una gran señora que sacudiera la cabellera llena de caspa sobre un trapo negro extendido al sol.
Un perro con el color de una moneda de cobre de cinco centavos se adelanta y pone sobre la nieve un huevo de oro que al resbalar deja un rastro ocre de mierda / lo del huevo es del escritor portugués Antonio Lobo Antunes / nominado al Nobel de literatura y es tomado de su novela Los Culos de Judas.
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